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Gran fiesta

8 Nov

Gran fiesta

Estaba muy pensativo en mi escritorio, no le estaba mirando al computador, pero si mis ojos repasaban todas las ñañacas que tengo repartidas por los diferentes muebles. Miré los tres o cuatro relojes que tengo en diferentes lugares, los elefantes de plata, el cuadro de la iglesia de San Miguel, el mapamundi, los huevitos que son en realidad un muestrario de maderas tropicales, el mono de la pinga, el chanchito, el búho, la Virgen de Lujan, El niño de Praga, el zapatito de cerámica y muchas otras cosas más.

 

No se que hora era, pero si tengo la seguridad que era el último en irme. En eso sentí a mi amigo el ser chiquito que salió de alguna parte. No supe si del computador o de mi reloj, pero salió a tanta velocidad, simulando que estaba montado en mi moto imaginaria, y a medida que pasaba por cada uno de los adornos, al tocarlos les daba un soplo, con lo que les daba vida y los adornos se comportaban como si fueran seres vivos. Lo extraño es que no solo las figuras de los humanos como la Virgen de Lujan, o la Diosa Hindú, o el niño de Praga, sino también la cabeza del jíbaro y los animalitos, como el búho, el chancho y el mono, todos hablaban y reían.

 

Cuando todo tomó vida y el Ser Chiquito también brincaba, porque parqueó la moto, se formaron ruedas donde todos cantaban y bailaban como si estuvieran en una gran fiesta. Mi sorpresa trascendió a todos ellos que al unísono me llamaron para que también participe con ellos de ese alboroto, no se lo que festejaban pero se los vi felices.

 

Mi amigo, se acerco e hizo lo mismo conmigo, pero como yo estoy vivo, lo que sucedió es que me achiqué asumiendo al mismo tamaño que tenían todos. Saltábamos entre las mesas y los demás muebles, como si todos fuéramos muy chicos en edad y con tal agilidad que no se notaba la distancia que separaba la credenza, del escritorio, o la mesa de reuniones, o la mesita donde está la iglesia de San Miguel, a la que pude subir las escalinatas y acomodarme detrás de los balaustres del atrio.

 

Que sensación bonita, pero me entró la curiosidad  del porque de tanta algarabía y le pregunté a mi amigo, el Ser Chiquito, ¿qué sucede?, ¿qué festejamos?, y todos bailando alrededor mío dijeron en una sola voz, “estamos felices de estar con vos”, “estamos felices de acompañarte”, “estamos felices que nos valores”, “estamos felices que nos cuides y nos conserves a tu lado”, y como el Ser Chiquito es tan poderoso nos dio un halo de vida.

 

También la Virgen de Lujan y la Deidad Hindú se expresaron de la misma manera que todos los demás adornos, pero su voces sonaron más ceremoniosas, de manera que inspiraron respeto a todos nosotros, que al compartir con ellas también incrementaban nuestra euforia.

 

No se cuanto tiempo duro ese éxtasis en el que sentí mi mente hincharse de felicidad y desparramar carcajadas con cada uno de los componentes del grupo. De repente sonó el teléfono y todos quedaron quietos. Era una llamada de mi nieto invitándome a caminar, con eso se terminó la fiesta, pero sin ninguna tristeza, al contrario vi como cada adorno retornaba a su lugar y queda en la inamovilidad habitual. Mi amigo el Ser Chiquito, saltó a mi hombro, me dio un beso y desapareció.

 

Yo completé mis tareas cotidianas para retirarme a mi casa y el mundo volvió a ser real sin dejar de ser ficticio.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ. 8-11-2005