El disparo que no mató a nadie
Tres amigos en busca de cómo gastar el tiempo que les sobraba, y para comprobar que era verdad lo que decía el dueño de casa. Mientras escuchaban música y trabuscando en los cajones, encontraron un revolver creo que era Cold calibre 38, o algo menor y que según el amigo había pertenecido a su padre, mejor dicho ¡pertenecía! en la guerra del Chaco, en la cual un tío suyo había perdido la vida en manos de los Paraguayos. Efectivamente el revolver estaba allí y en la cartuchera también habían municiones, todo tenía mucho oxido y polvo, por lo tanto decidieron remozarlo limpiándolo. Consiguieron un ungüento para limpiar metales, que si no me equivoco se llama “brazo” y repartieron el trabajo entre los tres, el primero limpiaba el revolver, el segundo las balas y el tercero la cartuchera y cinturón, pero para esto ya no con ese ungüento sino con crema para zapatos.
Terminado ese oficio, intercambiaron lo que cada uno había hecho y cada uno alababa su trabajo, cuando el revolver llegó a las manos del tercero éste dijo: “supongamos que jugamos ruleta rusa” y apretó el gatillo con el revolver apuntando a su cabeza, luego apuntando al frente dijo: “supongamos que al frente hay un ladrón”, y apretando el gatillo, ¡salió la bala!, que antes de impactar en un pilar de la casa, atravesó todos los pliegues de la cortina y después de desportillar el pilar, rebotó dando en un florero de cristal, que quedó reducido a astillas.
Fue tanto el susto que los tres amigos corrieron al sótano para esconderse y ver como reaccionaba el vecindario, porque en la casa estaban solos y permanecieron allí por mucho tiempo, culpándose mutuamente y agradeciendo que lo sucedido no hubiera sido más catastrófico.
Eso les sirvió de ejemplo hasta el día de hoy, porque ninguno de los tres repitió algo igual, aunque uno de ellos estuvo en la guerra de Vietnam y con seguridad que allá disparo muchas más balas, pero desde un avión.
Miguel Aramayo
SCZ-27-09-2005