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Componiendo la historia por destruir

4 Mar

Componiendo la historia por destruir

Componiendo la historia por destruir

 

Estaba caminando por el puente sobre el Tíber en Roma pensando en mi soledad.  ¡Una gran sorpresa!, me encontré con Almudena, gran amiga con la que compartimos tiempos muy bonitos en Francia e Inglaterra y juntos realizamos un proyecto de sistemas mostrando la capacidad que teníamos en esa actividad. Me aproximé a ella que estaba con la mirada perdida en el horizonte.

 

—Hola Almudena, que gran sorpresa encontrarte en Roma.

 

—Yo también estoy gratamente asombrada de verte querido Miguel, paso mucho tiempo sin vernos, ¿qué haces por aquí y tan sólo?

 

—Digo lo mismo. Te ves muy bonita, ¿trabajando por estos lugares o sólo de turismo?  ¿Vos también estás sin compañía?

 

—Pasando unos días y con el plan de trasladarme a la India, para visitar las ciudades de Agra y Khajuraho.

 

—Me gustaría poderte acompañar si no te incomoda.

 

—De ninguna manera, me encantaría si podemos hacer el viaje junto. cada uno corre con sus gastos, pero nos hacemos mutua compañía y podemos disfrutar de las bellezas que ofrecen ambas ciudades y permaneciendo unos tres días o algo así en cada ciudad, después podemos retornar juntos a París.

 

—Es Dios que quiso que nos encontremos y podamos seguir de turismo juntos. Agradezco el haberte encontrado en este puente, tan emblemático para mí y que me trae tan lindos recuerdos de un tiempo que estuve viviendo en Roma.

 

Pasamos por una agencia de viajes y programamos nuestra partida a la India. Primero llegaríamos a Khajuraho que es una ciudad famosa por sus esculturas eróticas, conocida por sus templos hinduistas y jainistas declarados Patrimonio de la Humanidad. En esa ciudad existen varios templos que debemos visitar, como Varaha, Lakhamana, Matangesvara, Nandi, Visvanatha, entre otros. Todos dedicados a los dioses hinduistas y jainistas, famosos, en parte, por las esculturas eróticas de sus paredes.

 

Cuando llegamos al hotel, lo primeo que tuvimos, incluso antes de registrarnos, fue el ofrecimiento de guías que querían servirnos de cicerones en nuestra estadía, con ofertas interesantes. Resultaba difícil rechazarlos, pero decidimos que analizaríamos sus ofertas y que posteriormente los contactaríamos. Uno de ellos incluso nos ofrecía movilizarnos en una moto que tenía un remolque con toldo, lo cual agiliza el traslado de un lugar a otro. Después de registrarnos y analizar las ofertas decidimos por el que poseía moto y cerramos trato, para iniciar el tours en forma inmediata.

 

El personaje era de lo más pintoresco, tanto en su forma de vestir como en su aspecto físico, moreno con un color de piel diferente al de los de descendencia africana, con lo que se podría decir un moreno «aceituna», con unos ojos negros que no permitían diferenciar la pupila, los labios un poco más oscuros y extremadamente delgados en línea recta, la nariz prominente algo encorvada. Los dientes tampoco eran de un blanco común, tenían una tonalidad amarilla. Era esvelto, pero como su ropa era tan holgada, un saco que le llegaba debajo de la rodilla daba la impresión que podía suspenderse los calcetines desde los bolsillos del saco, dejaba apreciar un pantalón como una bombacha, ambas prendas de una tela estampada con colores muy vistosos. Nos comunicábamos en inglés, en algunos momentos nos resultaba difícil poder captar lo que nos decía, porque daba la impresión de que lo mezclaba con el hindi o uno del 22 idiomas que hablan ellos, también hablaba español con la misma o menor capacidad que el inglés. Lo que si nos sorprendió es la amabilidad con las que nos trataba y la predisposición de hablar incluso de sus temas personales, lo cual nos serbia de distracción en los recorridos largos en los que solo teníamos un paisaje monótono. También nos relataba historias de sus anteriores clientes, especialmente los de habla española.