Opinión de expertos
Convocados por Dionisio, dios de las festividades, la danza, el teatro, los excesos y los placeres (Baco para los romanos) se reunieron varios dioses. Eros, dios griego responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo (Cupido para los romanos), Afrodita, diosa de la belleza, la sensualidad y el amor (Venus para los romanos), junto a Phthonus, y Adonis. El primero, personificación de los celos y la envidia (Invidia para los romanos), hijo de Érebo y Nix (la oscuridad y la noche) y Adonis, dios de la belleza, la fertilidad y la renovación permanente, que surge de un castigo de Afrodita a Mirra, quien, por orden de la diosa, debió mantener una relación con Tías, su propio padre. De esta unión nació un niño que se llamaría Adonis, considerado como uno de los dioses cananeos más importantes.
El objeto de la convocatoria era para que cada uno de los invitados expongan algunas de sus experiencias o anécdotas de acuerdo a su capacidad intrínseca. Dionisio los esperó con una presentación teatral en la que se mostraron muchas danzas y se degustó un vino que ponía en alerta la libido de los participantes, de manera de incentivarlos para que su participación en el evento sea lo más positivo posible.
El ambiente cuando estuvieron acomodados, quedo con una alfombra persa con almohadones que les bridaban el máximo de comodidad. Cada uno de los participantes gozaba de calidez a toda prueba, de esa manera podían explayarse en su participación sin tener ninguna incomodidad.
Inicio Eros de la siguiente manera: —Agradezco por mí y los coparticipantes, por la invitación de Dionisio. —Yo generalmente me divierto flechando a hombres y mujeres, para que ellos se busquen. Algunas veces estímulo a ambos, pero generalmente a uno de ellos, de manera que el que recibió el flechazo le cueste armar pareja, así veo los resultados de mi accionar. —Muchas veces procuró conquistar sus ilusiones y ellos consiguen con cierta facilidad, pero en muchos casos les cuesta, al punto que él o ella abandonan la flecha que tenían clavada y buscan otra pareja y oportunidad. —Otra de mis diversiones es cuando ambos están flechados e inician una relación que parece muy seria, hago que cambien su intención por otra persona. —Con este accionar, uno de ellos queda apesadumbrado, porque se siente defraudado y hace lo posible por reconquistar. Algunas veces lo logra, pero en otras el cambio es definitivo y por más que le ruega diciendo: que la distancia es el olvido, pero no concibe esa razón porque seguirá siendo cautivo de los caprichos de su corazón. Le insiste, indicando que él supo esclarecer sus pensamientos y le hizo comprender la verdad que soñaba, ahuyentando los sufrimientos desde la primera noche que se amaron. Y le repite que hoy su playa se viste de amargura, Porque su barca tiene que partir a cruzar otros mares de locura, pidiéndole que cuide no naufragar en su vivir. insinuándole que cuando la luz del sol se esté apagando y se sienta cansado de vagar piense que lo estarán esperando hasta que decida regresar. (1)
Luego tocó el turno a Afrodita, ella dijo: —Yo me divierto de otra manera. Los enamoro y les creo la necesidad de estar juntos y amándose a cada momento y de forma intensa. —Hace un tiempo me toco una pareja con la que realmente disfruté. Todo el tiempo estaban encariñados y buscaban lugares impensables para prodigarse su amor, tanto en el frio, como el calor, dentro del agua o en un sembradío de maíz. —Aprovechando todo momento para prodigarse amor, hasta que lograron casarse. Pasado el tiempo observaron que ya ese interés decayó. Ella no sentía lo mismo y buscó cambios, pero continuaron hasta mucho tiempo después en el que llegaron a tener una unión célibe y subsanar el tiempo transcurrido con otro tipo de actividades, pero exentos de amor. Incluso escuche que uno le decía al otro: —Tú me acostumbraste a todas esas cosas y me enseñaste que son maravillosas. Sutil llegaste a mí como la tentación llenando de inquietud mi corazón. Yo no concebía cómo se quería en tu mundo raro y por ti aprendí. Por eso me pregunto al ver que me olvidaste, por qué no me enseñaste cómo se vive sin ti. (2) —Así como ese caso tengo otros diferentes, donde por más que transcurrió el tiempo y no estaban permanentemente unidos, su pasión inicial continuaba y algunos momentos daba la impresión de que se incrementaba el deseo de estar juntos. Tanto tiempo disfrutaron de este amor que sus almas se acercaron tanto así, guardando cada uno el sabor del otro. No podían negar que solo bastaría con abrazarte y conversar para retornar el tiempo perdido y sin vanidad darse lo bueno de cada uno por más que hubieran pasado más de mil años y muchos más hasta la eternidad, seguirían llevando en la boca sabor a ellos mismos sin pretender adueñarse el uno del otro. (3)
En su turno Phthonus, expreso: —Me siento feliz cuando logro despertar celos en las parejas. Satisfacer mi instinto perverso. —En una oportunidad logré que una mujer contará a su pareja con sumo detalle, las caricias intimas de su primero y grande amor, con lo cual logré poner celoso a su par y causarle una obsesión permanente. Además, ella lo acusó de ser maniático. —Quedé satisfecho con mí actuar, porque el hombre estuvo a punto de suicidarse. —Él creía en Artemisa (Diana, para los romanos) la gran guerrera que le dio el valor para buscar la superación, liberarse las acusaciones y superar el trauma. —El obsesivo supero su estado de ánimo gracias a observar el comportamiento de Artemisa, pero le quedo la obsesión con la que supo luchar en el futuro. Cuando estaba cerca de ella no quería que de nadie te acordara, porque tenía celos hasta del pensamiento, que pueda recordarte a otra persona amada. Le pedía jurar que, aunque pase mucho tiempo, no olvidaría el momento en que se conocieron. Le decía que no había nada más profundo, ni más grande en este mundo que el cariño que le dio. Pidiéndole: «Bésame, con un beso enamorado, como nadie me ha besado, desde el día que nací. Quiéreme hasta la locura así sabrás la amargura que yo estoy sufriendo, por ti». (4) —Tengo mucha más para contar, pero creo que con eso es suficiente.
Adonis se sintió cohibido al participar, porque él lo único que tenía por mostrar era su belleza y el amor por Afrodita con quien pasaba 8 meses del año en la tierra y 4 con Perséfone en el inframundo. —Lo que puedo decirles es que para mí el amor es algo divino y aunque tengo el castigo impuesto por Zeus de pasar 4 meses en el inframundo, 4 con mi amante y 4 meses en los que puedo hacer lo que quiera, pero yo prefiero estar esos otros 4 con Afrodita, porque el amor es lo máximo. —Todo lo que hago es buscar el bien, la fertilidad, el amor y eso me dan las fuerzas para incentivar a todos que amen, que amen sin control. —Como una anécdota puedo repetir un poema que influí componer a un poeta y que expresa lo que siento: Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como está la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche esta estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como esta, la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque este sea el último dolor que ella me causa, y estos sean los últimos versos que yo le escribo. (5)
Dionisio cerró la sesión: —Agradezco que hubieran compartido sus experiencias. Sé que todos nosotros hemos aprendido un poco de este encuentro en el que hemos expresado lo que es nuestra idiosincrasia y hemos puesto un pequeño ejemplo de lo que somos capaces de hacer. —Espero que este no sea el único y último encuentro. —Gracias, muchas gracias.
Miguel Aramayo
SCZ.11-08-2023
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